Desmantelando el Espejismo de Agrocréditos
Por: José Luis Tapia Rocha
julio 1, 2023
agroecreditos
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En un país donde la pobreza rural parece una cuestión sin resolución, es menester abordar temas de crucial importancia. La noticia reciente de que Agrobanco ha otorgado créditos a más de 93,000 pequeños productores agropecuarios, por un monto de S/ 1,370 millones, resalta por su generosidad, pero cuestiona por su eficacia.

¿Quién no aplaudiría la intención de apoyar a pequeños productores que tradicionalmente son ignorados por la banca comercial? Pero hay que recordar que el dinero que se está regalando proviene de nuestros impuestos. Lo que se plantea es la cuestión crucial de si este es el uso más eficiente de estos fondos.

Es fundamental cuestionar la verdadera utilidad de este programa. La tasa de interés de 3.5%, aunque aparentemente atractiva, no aborda la complejidad del problema. Los créditos son un espejismo que desvía la atención de los retos estructurales que enfrenta la agricultura en el Perú.

El agro necesita reformas profundas en lo político, económico, educativo, de salud y pensiones. Esos cambios ayudarían a transformar la agricultura en un sector moderno y autofinanciado, capaz de atraer inversión privada, elevar la productividad y aumentar los ingresos.

La iniciativa del Midagri, aunque bienintencionada, puede generar una dependencia malsana de los pequeños productores hacia el estado, en lugar de fomentar su autonomía y fortalecimiento en el mercado.

De igual manera, abrir los mercados para que los pequeños productores compitan globalmente es esencial. La protección excesiva del sector a través de créditos blandos, sin un marco de competencia adecuado, puede generar una falsa sensación de seguridad que evita la necesidad de mejorar y competir.

Además, es imperativo cuestionar la eficiencia de la maquinaria estatal que regula la agricultura. Los ministerios y organismos estatales no deben existir, deben abandonar de inmediato la cultura del intervencionismo y empezar a cerrar sus oficinas. El estado no debería ser el actor principal, sino un árbitro neutral para que la agricultura se vuelva dinámica y competitiva.

En lugar de regalar dinero de nuestros impuestos, sería más provechoso que la inversión privada lo gaste en la formación de productores, la promoción de tecnologías que optimicen la productividad, y garantizar el acceso a servicios básicos en las zonas rurales.

Hablar de créditos es fácil, pero es solo una parte de la solución. Para lograr una transformación efectiva en el sector agropecuario, debemos cuestionar nuestras políticas actuales y buscar alternativas que promuevan la autosuficiencia y la competitividad. Solo así lograremos un agro moderno, dinámico y sostenible.

Por último, no se trata de abandonar a los pequeños productores a su suerte, sino de empoderarlos y proporcionarles las herramientas necesarias para ser competitivos en un mundo globalizado. No es regalando dinero, sino educando, formando, invirtiendo en tecnología y mejorando la infraestructura. Así es como lograremos un agro que no dependa de la caridad del Estado, sino que se levante con la fortaleza de su trabajo y la calidad de su producto en base a la inversión privada que atrae el libre mercado.

En conclusión, el regalo de créditos por parte de Agrobanco es un bálsamo momentáneo que distrae de la necesidad urgente de reformas liberales profundas en nuestro sector agropecuario. Estos cambios son necesarios para garantizar un futuro sostenible para nuestros pequeños productores y para nuestro país.

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